lunes, 30 de enero de 2017

Pobres campos sin galgos por Nino Gañán y Diego Domínguez

En el mismísimo Foro Romano, en el arco de Constantino aparece una representación de uno de los más grandes emperadores que Roma tuvo. Se trata de Trajano, nacido en Itálica (Santiponce) que aparece flanqueado por su caballo y su galgo. Curioso esto del galgo que ya desde muy antiguo formaba parte del paisaje en esta piel de toro. Flavio Arriano procónsul de la Bética escribe sobre la caza de liebre con galgo, y la describe de manera idéntica tal y cómo se practica hoy. El mismísimo Estrabón habla sobre la plaga constante de conejos y liebres en toda la Hispania dándole de ahí su nombre. Todos ellos son del siglo primero de nuestra era.

2000 años de lances, que se dicen pronto. Una forma natural y ecológica de caza, armónica con el entorno rural y las estaciones. Una hermosísima modalidad cinegética que hoy por hoy grupos de animalistas quieren poner en la picota. Práctica reglada y reconocida como deporte federado que desde su propia Federación, bajo nuestro punto de vista no está siendo defendida. Hoy son dos los grandes enemigos del galgo, del campo y sus liebres: la ignorancia y el robo.

Los animalistas, dispuestos a generar controversia y debate sin fondo, quieren acabar prohibiendo la caza en todas sus modalidades. No pueden estar más equivocados. La ignorancia, al excluirse ellos mismos como parte de la naturaleza y la cadena trófica, es evidente. Colectivos animalistas procedentes siempre del mundo urbano, parapetados en problemas como el abandono de animales, que según estudios no suponen más del 13% del total en cuanto a perros de caza, pronto comenzarán el bombardeo anual contra la caza y los galgueros. Confirman datos falseados, como que 50.000 galgos son abandonados al final de la temporada. Mientras muchas protectoras con sus subvenciones siguen viviendo del galgo y no para el galgo. Entre el síndrome de Walt Disney y el profundo desconocimiento de las especies que dicen proteger, estamos poniendo algo tan valioso como la correcta gestión de nuestros campos en manos irresponsables. La ignorancia se une al robo de la opinión pública, desde premisas sesgadas de lo que es la naturaleza y cómo funciona. Recuerdo que el mismísimo Félix Rodríguez de la Fuente se rodeaba de monteros, viejos cazadores y biólogos para realizar sus trabajos. No hay nadie más ecologista, animalista y proteccionista que un cazador. Para ejemplo un botón. En 2005 se prohíbe en el Reino Unido la caza del zorro, además de otras especies. La gran mayoría urbana veta a la caza como forma ordenada y lógica de preservar la campiña inglesa y sus habitantes, incluido el zorro. El mundo rural tiembla. La consecuencia es que a día de hoy se calcula que hasta un 40% de campiña inglesa ha desaparecido y con ella sus animales y plantas. La caza y el control de especies, así como la riqueza que crean son el mejor garante de conservación y preservación del uso del suelo. Hoy en día en muchos de los grandes parques y reservas a nivel mundial, así lo han entendido, y se cazan.

En una España en la que el mundo rural no se hace visible, excepto en documentales televisados, no podemos entender cómo por parte de las administraciones, realmente no se están cuidando usos y formas ancestrales de gestión del medio natural, como la caza que forma parte de nosotros, incluso como especie. Esta práctica regulada con sus licencias, sus cuotas y su generación de riqueza, es parte de nuestro sistema económico. Tenemos una magnífica ley de caza. Las dehesas, los montes, los secanos y los regadíos que conforman nuestros campos están perfectamente armonizados con los usos cinegéticos. Mediante acotados, cotos sociales, sociedades de caza, que incluyen planes de caza revisados cada cuatro temporadas , regulados además con las temporadas de veda y con zonas de reserva, custodian y conservan, nuestros campos, montes y especies.

Lo más triste bajo nuestro punto de vista es la actitud de la propia Federación Española de Galgos frente al robo, verdadera lacra que los galgueros sufren. Miles de perros son robados al año. Este es uno de los motivos por los que los campos se llenan de animales despistados que no saben regresar con sus dueños porque no los encuentran. Se pide ayuda desde algunos colectivos galgueros, y cuando el Seprona actúa, como en el último gran caso de robo “el caso duplicado”( o “Chapapote” como coloquialmente se le conoce), nuestra máxima institución se pone de perfil. No sólo da cabida a personas que presuntamente están bajo sospecha de falsedad de documentos, de amaño de carreras y de conocimiento de localización de animales robados, según consta en la documentación aportada por la guardia civil mediante escuchas; sino que además participan en los campeonatos que gestionan y organizan. Campañas contra la crianza indiscriminada, el abandono de animales, refugios y realojamientos para ejemplares retirados de la vida deportiva… no forman parte de la federación. Para colmo, falta de compromiso y sensibilidad contra los robos ya que no se personan judicialmente en dichos casos hasta el final. Una borrosa gestión económica, según se desprende del portal de la transparencia de la propia web de dicha federación, pues los federamos seguimos sin ver claros los conceptos y apartados que la componen. Como guinda de este gran “pastel”, el penoso robo de galga Damara, finalista que debía participar en el Campeonato de España de este año en Osuna, y que no aparece por ningún lado.

Pobres campos, pobres galgos, pobres todos por la ignorancia, la apatía, el robo y la mala gestión.


Nino Gañán, Diego Domínguez.


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