lunes, 18 de octubre de 2010

Cronica 17-10-10

A las 06:15 de la mañana tocó el despertador del móvil. Tras dormir poco más de cuatro horas estaba listo para volver a vivir un día de carreras de galgos. Una vez hecho el protocolo habitual de vestirme, coger los perros y demás, es en el bar habitual donde paramos antes de ir al corredero donde brindamos con una copa de castellana el comienzo de temporada en el coto, por cierto, vaya trabajito me costó beber esa copa de anís.
De camino al corredero cruzamos toda la carretera de la vega, unos 9 km donde pasamos por todos los sitios donde años atrás habíamos corrido los galgos. Buenos recuerdos me vinieron a la mente. Una vez llegados, la niebla estaba presente y tuvimos que esperar entre charlas y saludando a compañeros galgueros que no veíamos desde la temporada pasada.

A las 9 y media pasada comenzó el día de caza. Nuestros números para correr eran el 3 y el 6. Tras cinco liebres desaprovechas entre una cosa u otra llegó en la sexta y séptima liebre la hora de ir desilusionando a los dueños de esos galgos que no tuvieron nunca fuerza para poder con esas dos liebres dignas de irse a criar. Es hora de entrar en trailla con Guti y Jacinta.



Una vez en trailla los nervios aguardan a que se de la voz de ver la liebre en la cama o ser vista una vez levantada. A los pocos minutos es precisamente mi amigo Jaime quien la ve "escurrida" saliendo la liebre en sentido contrario a la cuerda. No me dio tiempo de salir corriendo para engalgar que es lo que me gusta porque la liebre iba larga y los perros la habían visto, tras llegar el perro a liebre y pararla tres veces la liebre se monta en un camino (que lleva hasta un cerro donde hay una lebrera) y es donde la perra ceniza entra en acción, ¿ que debe de hacer un galgo en estos casos? pues sacar la liebre del camino y ella que en ese instante la veía correr le trasmití mi pensamiento y en un derroche de fuerza y tesón la sacó tres veces del camino, cuando la liebre salia y volvía al camino el macho la sujetaba bien para que la perra volviera a entrar sin dejarle ninguna opción de escapar con vida. Como curiosidad, el perro al bajar por el camino y verme volvió a subir e hizo lo mismo dos veces, me estaba llamando para ir a donde estaba su compañera.

Hora y media después los mismos protagonistas vuelven a correr una liebre que sale delante mía y que le doy ventaja pero no tanto por la cercanía del olivar y por la calor que hacía a las 12:10 del mediodía. De esta carrera poco puedo contar porque después de llegarle varias veces la liebre entró en el olivar y no pude ver nada (aunque le dieron muerte), como anécdota decir que en este precioso corredero se han corrido 12 liebres de las cuales se han matado 7 (una de ellas estaba preñada) y se han visto en total unas 26 sin ver andado todo el corredero. Amigos nos vemos pronto, ¡un abrazo!

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